martes, 12 de enero de 2010

Theoretical Girl. La Gainsbourg londinense.




Los vinilos de papá eran casi todos franceses. Él la dejaba tocarlos, sacarlos de sus fundas, limpiarlos metódicamente para luego colocarlos en la tornamesa de la sala. Si bien ella escuchaba casi siempre voces femeninas, candorosamente juveniles, provocadoramente festivas, papá siempre terminaba diciendo: “Serge es Dios”. Mientras él reposaba en el sillón y parecía estar en el paraíso, Amy observaba con detenimiento las portadas de los singles y LP’s. Cada vez que lo hacía comprobaba nuevamente que los vestidos encendidos y las mallas multicolores que papá solía comprarle no eran ninguna casualidad. El cerquillo, que también llevaba mamá, la convertía en una chica yeyé.

Un buen día abandonó todo eso. Lo último que recuerda de su padre es observarlo frente a la televisión viendo una y otra vez L’homme qui aimait les femmes, acompañado de un amigo con quien solía divertirse luego charlando sobre antiguas ediciones del Festival de San Remo y de Eurovisión.

Amy nunca dejaría la música y su look de chica Gainsbourg. Intentaba grabar algunas canciones sueltas que había terminado en su habitación. Un día mientras compraba un vinilo de Drake, él la vio. Pasó lo mismo que con Isobel o casi: ella no permitió que la fotografiara. Él no paraba de insistir, hablaba del casting para una película. Amy estuvo a punto de acceder (solo porque él llevaba una polera de The Smiths), pero Stuart pensando que ella no lo entendía, y debido a su apariencia, comenzó a hablarle en francés. Eso bastó para que ella se perdiera corriendo por las calles.

Amy Turnnidge es un éxito en Japón. Ha triunfado en la tierra de los fetiches, de los coleccionistas compulsivos. Un single acústico ha sido el responsable. Los arreglos y las orquestaciones escuchadas en la infancia han hecho lo suyo. Ahora se hace llamar Theoretical Girl y su banda de apoyo es The Equations (pensó en ponerle The Constants, sin embargo revivir el pasado sin ningún tipo de control es algo que todavía no puede manejar). Componer su primer disco ha sido un proceso doloroso. Siente que ha revelado mucho de ella, pero que era necesario: el pop curará sus penas. Antes de reunirse con unos periodistas japoneses, Amy busca el bar del hotel. Pide un apple martini. El primer trago es dulce y ella espera que sea el signo de la noche. Todo cambia cuando el tipo sentado a su lado le susurra: “¿Aún recuerdas la canción que ganó la Euro de 1964?”

Texto de ‘Bambino Pons




 
Porque siempre hay una canción.

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