viernes, 13 de agosto de 2010

Fitness Forever: ‘Personal Train’ (Elefant, 2009)



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Desde Italia, llega Fitness Forever, una propuesta de luminosidad retro, con aires disco y pop directos desde los años 70 o incluso primeros 80. La banda, liderada por el napolitano Carlos Valderrama, es una de las apuestas de Elefant para 2009 y está teniendo bastante buena aceptación. Después de fichar por EMI, acaban por no llegar a un acuerdo, y es entonces cuando Elefant entra en escena y ‘Personal Train’ se convierte en el atractivo proyecto que hoy tenemos en nuestras manos.



El cuarteto se forma en 2006. A Carlos se unen Big TonyFresa, Scialdone y la parte femenina indispensable que aporta Paster. Como dicen en su biografía promocional, piensan que “una banda de pop moderna necesita absolutamente una cantante femenina guapa que pueda posteriormente dejar el grupo por una carrera en solitario como ya han hecho Gwen Stefani o Nina Persson”. Y les ha quedado fenomenal.

Con canciones como ‘Vacanze a Settembre’, una de las más luminosas del LP, te plantas de pronto en una playa en septiembre, cuando el verano sigue presente pero las puestas de sol ya huelen a otoño y a cambio. ‘L’anarchica pugliese’, ‘Monica’ y ‘Probabilmente’ son temas de puro pop que podrían recordar a Richard Hawley mezclándose con canciones de, por ejemplo, Cecilia Ann con una Rita Pavone o Mina al frente, haciéndose cargo de la situación.



Bacharach’ o ‘D’estate’ son otros dos de los regalos retro dentro de ‘Personal Train’, bailables y positivas, con arreglos sorprendentes. Entre las instrumentales, que hay varias, encontramos más de una maravilla, como la delicia que supone ‘Albertone’ y esos silbidos que dan más paz que otra cosa. ‘Je Je Jeox’ pasa por los ritmos de Brasil mientras que ‘Outro’ es una delicia de cuerdas y metal que da paso a la última pista del álbum con una elegancia digna de las bandas sonoras de Mancini. Todo un descubrimiento. Me declaro completamente fan.
Angèle Leciel.

jueves, 12 de agosto de 2010

The School: ‘Loveless Unbeliever’ (Elefant, 2010)


Quienes opinen que el “revival” de los “girl-groups” de los 60 es el mejor que podía experimentar la música actual han encontrado en The School la nueva banda a la que venerar. Estrictamente no son una banda de chicas, pero a diferencia de lo que sucedía con muchas de las formaciones femeninas promovidas por Phil Spector o recientemente las Pipettes reclutadas por Monster Bobby, aquí sí es una chica quien más manda. Todas las canciones excepto dos en las que ha participado el guitarrista Simon Stone, también a los coros, están escritas en solitario por la líder Liz Hunt.



No es el único parecido con Camera Obscura, donde también Tracyanne suele escribir en solitario. También en el tipo de fotografías, letras y referencias a los 60 y a los 50, The School son el sustituto perfecto de la banda en Elefant, que apunta The Shirelles, The Supremes o The Marvelettes como influencias principales. Otras veces los parecidos extraídos pueden ser más peregrinos. ‘Can’t Understand’ parece un tema de la última etapa de Belle & Sebastian, y como se te ocurra que ‘I Want You Back’ se parece a ‘En algún lugar’ de Duncan Dhu y ‘All I Wanna Do’ a ‘Everybody Knows (Except You)’ de Divine Comedy, no te lo podrás quitar de la cabeza.



Sin embargo, homenajes y parecidos casuales aparte (un título como ‘Hoping and Praying’ no puede sino hacer pensar en ‘Wishin’ And Hopin’ de Dusty Springfield), lo importante de verdad es que ‘Loveless Unbeliever’ recopila todas las canciones importantes que el grupo ha ido editando en singles durante los últimos años, junto a otras a la altura. Está ‘Let It Slip’, que debería ser un himno atemporal, y no falta ‘I Don’t Believe In Love’ de la banda sonora de ‘Yo también’, junto a su nuevo single ‘Is He Really Coming Home?‘. Las letras, que buscan constantemente un hombro en el que apoyarse cuando tu propio cuerpo no te permite sostenerte en pie (‘Shoulder’), remiten a noviazgos y a rupturas típicas de la adolescencia. “Me encanta todo, todo sobre ti. Haría cualquier cosa por abrazarte”, “dijo que siempre sería honesto y que nunca me dejaría”, “si alguna vez me dejas, ¿te irás inmediatamente con ella o aguantarás tú solo?”, etcétera. Historias sobre celos deliciosamente orquestadas en la producción de Ian Catt (Saint Etienne, Niza), que no encuentran un punto bajo en las trece pistas de ‘Loveless Unbeliever’. ¿Alguna vez te has cansado de ver ‘Grease’?
Sebas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Dorian: ‘La Ciudad Subterránea’ (PIAS, 2009)



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Previsibles, moñas, simplones hasta la zafiedad. O bien adictivos, tiernos y de un naïf que conecta magistralmente con cualquier corazón mínimamente permeable. Sólo por la cantidad de discrepancias que generan, merece la pena que existan grupos como Dorian al igual que merece la pena que existan futbolistas como Guti. Despiertan aquéllos reacciones tan contrapuestas cuando suenan en la discoteca como éste cuando calienta en la banda. No puede ser, por tanto, más acertado el lema “id como una plaga contra el aburrimiento del mundo”, de Ezra Pound, que aparece en la carátula del tercer disco de los barceloneses, La Ciudad Subterránea. Con más chumba-chumba, sintetizadores más robustos, guitarras mucho más eclipsadas y una producción más pulcra, Dorian reaparecen para afrontar la difícil misión de no ser durante el resto de su existencia el grupo que compuso el brillante himno Cualquier Otra Parte”.



Para que no les suceda, optan por el continuismo en sus dulces voces, dulces melodías, a veces dulces letras, empalagoso todo junto para muchos. Se afianzan, en cambio, en el sonido ochentero y en el electropop para dejar de lado todo atisbo de rock (entendámonos, que las guitarras quedan en tercerísimo tercer plano si es que aparecen). Eso sí, el bajo no deja en ningún momento de decir “aquí estoy yo”. En conjunto, el trabajo es más serio, directo y claro que cualquiera de sus anteriores largos. La portada ya lo anuncia, pues su diseño está bastante más currado que el del anterior El Futuro No Es De Nadie, cuya cubierta podría ser considerada una de las más feas de la historia de la música. Y, sin embargo, era mucho más entrañable y genuina, como eran más entrañables y genuinos temas de Dorian como Te Echamos De Menos (incluido en el primer disco, 10.000 Metropolis), el citado “Cualquier Otra Parte” o “Al Final De La Escapada”, ambos en “El Futuro No Es De Nadie”. El tiempo dará o quitará razones convirtiendo o no en hits de la escena indie  alguna de las canciones de “La Ciudad Subterránea”.



Arranca el disco con sonido de videojuego y un “Simulacro De Emergencia” con mucho empaque, que funciona como contundente gancho inicial. A medio camino entre la ternura y el tópico, “Verte Amanecer” es una bonita canción de amor de las que parecen cursis en función del estado de ánimo de quién la escucha. Pero, en cualquier caso, el disco va fabricando a medida que avanza una coherencia –algunos dirán monotonía– y un discurso electropop edulcorado –esta vez sin concesiones en ambas– que sólo puede despertar odios o admiraciones. Con un imaginario de “pastillas rosas”, amaneceres de resaca con desamor, luces de neón multicolor y en general ese aroma a desfase existencial que se huele cualquier domingo a las ocho de la mañana al salir de un garito subterráneo del Gótico de Barcelona, Dorian consiguen erigirse en un buen reflejo de inconfundibles aspectos de la personalidad o la pose de la actual juventud indie de este país.



“La Ciudad Subterránea” roza su punto de apogeo con “La Mañana Herida”, principal candidata a convertirse en himno pese a algún tramo de la canción en que la letra flojea de forma evidente. Sin embargo, es en “Veleros”, sangrante y más madura y con la voz de Marc brillando a la luz de los teclados, donde la lágrima del oyente predispuesto al regocijo quedará más cerca de caer.  Pero, si lo hace, no brotará el llanto en ningún tema con tanta determinación como en muchas de las canciones de su anterior “El Futuro No Es De Nadie”, tal vez precisamente porque el nuevo es un disco mucho más seguro de sí mismo. Dorian, en cualquier caso, son lo que son, no engañan a nadie y tienen cada vez más claro su camino y su mensaje.
Germán Aranda.

martes, 10 de agosto de 2010

Sad Day For Puppets: ‘Unknown Colors’ (HaHa Fonogram, 2008)



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Su EP ‘Just Like a Ghost’, editado a principios de año, es una preciosidad que auguraba un disco aún mejor. ‘Unkown Colors’, dentro de su corrección, parece que tampoco aporta nada excepcional a la escena sueca actual. Aunque su pop de aires naïf con distorsiones siempre tiene algún aliciente para los que gustan del género. Sad Day For Puppets están en la línea de otras bandas suecas como The Concretes, con un apunte guitarrero a lo Cardigans en una mezcla que resulta bastante atractiva.



Si empiezas a degustar los temas poco a poco te encuentras con un puñado de buenas y bonitas canciones pop. La voz de Anna Eklund se mantiene en su sitio y aporta frescura a las canciones. Entre Jeanette y Tracyanne Campbell, su voz también me recuerda a veces a Russian Red. Y mientras escucho a Sad Day For Puppets, me gusta imaginarme de vez en cuando que Lourdes se ha montado un grupo poperillo y nos deleita con cosas así. Ja.

Todos los temas del álbum pasan el umbral de una calidad más que decente, pero echo de menos la súper canción que se desmarque del resto. En realidad todas están bien. Unas más alegres que otras, otras más oscuras… ‘Mother’s Tears’, con el sonido más sucio de todo el disco, puede parecerse a The Raveonettes con esos punteos distorsionados y simplemente mola tal cómo es. ‘Cherry Blossom’ y ‘Last Night’, bastante bailables y enérgicas, le dan vidilla al conjunto. ‘Lay Your Burden On Me’ es una nana preciosa que junto a ‘My Twin Star’, ‘When The Morning Comes’ o ‘Withering Petals And Dust’ reafirma que sigue habiendo baladas que, lejos de la ñoñería, ponen los pelos de punta y encogen las entrañas.



A falta del veredicto del directo, Sad Day For Puppets demuestran con este disco que tienen talento para hacerlo mucho mejor sin caer en la rutina cómoda de hacer todo eso que ya conocemos.
Angèle Leciel.

lunes, 9 de agosto de 2010

We Have Band: ‘WHB’ (Naïve, 2010)



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Allá por 2007, We Have Band presentaron dos canciones a través de Internet. Dos canciones más o menos bailables que tuvieron un cierto éxito en la escena independiente. Sin embargo, después desaparecieron casi hasta ahora, que publican ‘WHB’, su álbum de debut. En él se incluyen ‘Oh!’ y ‘Divisive’, los dos temas mencionados anteriormente. El primero tiene un comienzo un poco fangorio, y perfectamente podría ser un descarte del ‘Odyssey’ de Fischerspooner. El segundo tiene un toque más luminoso, pero ambas se alejan bastante al tono general del álbum, que resulta un poco más oscuro.



La prensa, sin embargo, se ha encargado de encumbrarlos haciendo extrañas comparaciones. Entre Hot Chip y Animal Collective, aunque no se parecen especialmente a ninguno de los dos. Sí hay que comentar, sin embargo, que el productor de ‘WHB’ es Gareth Jones (Grizzly Bear, These New Puritans), lo que añade un punto a favor del álbum.



Pese a su inclinación hacia la electrónica bailable, We Have Band no consiguen destacar especialmente en sus canciones nuevas. Quizás es que se habían puesto el listón demasiado alto revelando sus dos mejores composiciones con demasiada anterioridad. Al final terminas pensando “¿tres años para esto?”. Aunque el disco se deja escuchar. De hecho, es en la segunda mitad de ‘WHB’ donde está lo mejor. Donde se adivinan algunos ecos de Joy Division o de The Smiths (en la parte vocal) en ‘Centerfolds & Empty Screens’, que se confirma como una de las mejores canciones del LP y un ejercicio de electrónica sucia bastante interesante. Encadenada con ‘Hear It In The Cans’, ‘You Came Out’ y con ‘Hero Knows’ como colofón final, We Have Band dejan ver que ‘WHB’ podría haber sido mucho más interesante. Habrá que seguir esperando.
Farala.

viernes, 6 de agosto de 2010

The Radio Dept.: ‘Clinging To a Scheme’ (Labrador / Popstock!, 2010)



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People see rock’n’roll as youth culture and when youth culture becomes monopolized by big business, what are the youth to do? Do you have any idea? I think we should destroy the bogus capitalist process that is destroying youth culture”… Justo en el intersticio que separa la primera canción de la segunda en su último álbum, The Radio Dept. liberan esta cita extraída de “1991: The Year Punk Broke”, un documental que sigue la vida en la carretera de Sonic Youth, Nirvana y otras bandas durante el citado año 91. La cortan, eso sí, justo en el momento en el que la voz debería continuar con una frase bomba: “The first thing to do is destroy the record companies”. Pero es que a los suecos no les interesa la parte capitalista: su intención se queda en la defensa de la cultura juvenil primigenia. Una defensa intencional y nada gratuita.



Justo ahora, cuando la ola de pop hipnagógico de la temporada pasada empieza a abandonar la orilla del hype, llegan The Radio Dept. y reivindican esa “youth culture” primigenia, aquella a la que el capitalismo todavía no había pervertido, despojándola de cualquier tipo de profundidad y simplificándola al nivel de una alegría banal e insustancial. Dicho en otras palabras: al Papa lo que es del Papa y al sueco lo que es del sueco. Podía parecer que el triunvirato formado por Memory Tapes, Neon Indian y Washed Out (la Sagrada Trinidad del pop hipnagógico) se aproximaba al legado sueco por la vía del hedonismo burbujeante y contagioso; pero Clinging To A Scheme está dispuesto a demostrar que la alegría sueca tiene distintos niveles de lectura. Y que, bajo esa primera capa de piel, el resto de epidermis está preñada de la melancolía y afectación con la que crecen los jóvenes más aficionados a las librerías de segunda mano y menos al McDonald’s.

Los mismos The Radio Dept. dicen que el tercer álbum de su larga trayectoria (la primera formación de la banda data de mediados de los 90) está influido por “el post-punk minimalista, el krautrock repetitivo y el ambient noise”. Pero lo que aquí hay es synth-pop mayestático. Aceptamos el minimalismo (sin el post-punk), la repetición (con ciertos toques kraut, eso es cierto) y el ambient (sin el noise). Pero el resto es una amalgama deliciosa en la que las capas de sonido se entrelazan con una suavidad extrema y brumosa hasta llegar al punto de que “Clinging To A Scheme” bien podría considerarse una única canción dividida en diez partes. Lo cierto es que tiene mérito proporcionarle un empaque homogéneo a un sonido en el que subyacen influencias tan dispares como Joy Division (con esa sequedad espacial y percutiva tan patente en canciones como “This Time Around”), Junior Boys (a través de esa elegancia lánguida y sintética sublimada en “Memory Loss”), Pet Shop Boys (por toda la carga de derrota con un trasfondo de alegría, tal y como puede escucharse en “Heaven’s On Fire”) y My Bloody Valentine (al fin y al cabo, no pueden alejarse de la neblinosa influencia del shoegaze que marcó el debut de la banda).



A medio camino entre lo analógico y lo sintético, entre lo real y lo irreal, “Clinging To A Scheme” es un disco que puede deslizarse por tus oídos con la peligrosa velocidad del mercurio: si no le prestas atención, si no lo agarras dócilmente, se escurrirá y se escapará. Pero si te abres de orejas y pones atención a los detalles, a las diferentes capas que juegan al escondite inglés, todo un espectáculo de luminosidad baleárica y pop brumoso estallará en tus retinas e inundará tus sentidos. Como si una novia en ciernes te hubiera grabado una cassette (de hecho, parece que la banda busca precisamente aquel sonido crujiente y sucio) con los grandes éxitos del synth-pop ochentero menos obvio. Como si tu mejor amigo te hubiera regalado una mixtape que dejará constancia de que vuestra adolescencia se acaba y de que la alegría de los 15 años empieza a preñarse de una tristeza suave que ya no os abandonará nunca. Como si el Burguer King y la MTV no hubieran adormecido a la juventud haciéndole creer que la alegría es un sentimiento maravilloso que puede durar para siempre. Así suena este disco. Y así, a base de profundidad, han conseguido The Radio Dept. firmar la respuesta perfecta a la tontería yanqui que creía que podía facturar el sonido sueco mejor que los propios suecos.
Raül de Tena.

jueves, 5 de agosto de 2010

The Whitest Boy Alive: ‘Rules’ (Bubbles, 2009)



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Decía Erik Glambeck Bøe (compañero de Erlend Øye en Kings of Convenience), que componer una canción es como dibujar un círculo perfecto a mano alzada. Es una imagen acertada, que junto a la obsesión de Øye por explorar todos los cromatismos sonoros de su guitarra, empuja a la pareja a buscar continuamente la belleza, cada uno por su lado o juntos, ya sea desde un punto de vista más objetivo en The Whitest Boy Alive o desde uno más subjetivo en Kings of Convenience.

Con el coqueto Dreams” (Service, 2006), Whitest Boy Alive reagruparon en 2006 a una buena base de fans que en gran parte ya arrastraban de antes y que hoy harán la cola que haga falta y donde sea a tenor de trabajos como este Rules. Un disco resultado de las pruebas de sonido y de los ensayos a modo de jams de su debut, que fue grabado en México, cerca de la playa y en directo, bajo la consigna de no utilizar ningún añadido que luego no pudiera ser reproducido exactamente igual en vivo.

Aquí, Erlend toma como referente una paleta de grupos elegantes y educados para calentar las articulaciones. “Rules” suena a Phoenix haciendo estiramientos junto a Fleetwood Mac, a Zero 7 acariciando las lumbares de Joy Division, a The Notwist haciendo cosquillas a Everything But the Girl. Todo bajo el suave pálpito latente de la bossa nova, un estilo sobre el que planean exquisitamente desde un moderno y europeo punto de vista.

Conceptualmente, dicen que cada canción marca una ‘norma’ a obedecer. Todas ellas se apoyan en letras ciertamente satíricas, melancolía ahumada y espinas romas de drama pop. El pulso electro-pop de “Courage”, el funk dopado de “Timebomb” o el ritmo algodonoso de “Gravity” se mezclan con burbujas de rock teutón, ‘moods’ de dance educado e intermitencias de indie viscoso. La profiláctica producción (se) pierde un poco en el tramo final pero los confirma como un grupo fantástico destinado a superar al otro proyecto de Øye, con quienes está a punto de entrar a grabar un tercer álbum. ¡Ojo con el pelirrojo!
Cristian Rodríguez.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Yann Tiersen: ‘Dust Lane’ (Mute / PIAS, 2010)


Yann Tiersen publicará su nuevo disco, ‘Dust Lane’, el próximo 4 de octubre. Para lanzarlo al mercado ha fichado por Mute. En España le distribuirá PIAS. El álbum ha sido producido por Yann Tiersen y Ken Thomas (Sigur Rós, M83, Moby, Psychic TV, PiL, Cocteau Twins…) e incorpora “sonidos y texturas de electrónica vintage”, que Tiersen ha descrito como “un viaje por el polvoriento sendero que nos lleva hacia la muerte. No se trata de nada triste, sino de una experiencia colorista, dolorosa a veces pero esencialmente placentera: ¡la vida!”.

Una de las piedras angulares de ‘Dust Lane’, según el mismo Yann Tiersen, es el lanzamiento hace unos meses del EP ‘Palestine’. Ici,d’ailleurs pidió a varios miembros del colectivo This Immortal Coil, entre los que estaba Matt Elliott como Third Eye Foundation, que hicieran su propia lectura de esta emblemática pista. El resultado puede escucharse en Spotify, aunque no está confirmado si la revisión de ‘Palestine’ de Yann Tiersen irá en el álbum o sólo es su punto de partida por estilo.



El autor de ‘Le Phare’ y de las bandas sonoras de ‘Amelie’ y ‘Goodbye, Lenin’ también ha anunciado tres fechas en nuestro país en las que presentará el nuevo disco:

13 de noviembre: Sant Jordi Club (Barcelona)
16 de noviembre: La Riviera (Madrid)
19 de noviembre: Sala Rockstar (Bilbao)