miércoles, 11 de agosto de 2010

Dorian: ‘La Ciudad Subterránea’ (PIAS, 2009)



 ( Spotify )

Previsibles, moñas, simplones hasta la zafiedad. O bien adictivos, tiernos y de un naïf que conecta magistralmente con cualquier corazón mínimamente permeable. Sólo por la cantidad de discrepancias que generan, merece la pena que existan grupos como Dorian al igual que merece la pena que existan futbolistas como Guti. Despiertan aquéllos reacciones tan contrapuestas cuando suenan en la discoteca como éste cuando calienta en la banda. No puede ser, por tanto, más acertado el lema “id como una plaga contra el aburrimiento del mundo”, de Ezra Pound, que aparece en la carátula del tercer disco de los barceloneses, La Ciudad Subterránea. Con más chumba-chumba, sintetizadores más robustos, guitarras mucho más eclipsadas y una producción más pulcra, Dorian reaparecen para afrontar la difícil misión de no ser durante el resto de su existencia el grupo que compuso el brillante himno Cualquier Otra Parte”.



Para que no les suceda, optan por el continuismo en sus dulces voces, dulces melodías, a veces dulces letras, empalagoso todo junto para muchos. Se afianzan, en cambio, en el sonido ochentero y en el electropop para dejar de lado todo atisbo de rock (entendámonos, que las guitarras quedan en tercerísimo tercer plano si es que aparecen). Eso sí, el bajo no deja en ningún momento de decir “aquí estoy yo”. En conjunto, el trabajo es más serio, directo y claro que cualquiera de sus anteriores largos. La portada ya lo anuncia, pues su diseño está bastante más currado que el del anterior El Futuro No Es De Nadie, cuya cubierta podría ser considerada una de las más feas de la historia de la música. Y, sin embargo, era mucho más entrañable y genuina, como eran más entrañables y genuinos temas de Dorian como Te Echamos De Menos (incluido en el primer disco, 10.000 Metropolis), el citado “Cualquier Otra Parte” o “Al Final De La Escapada”, ambos en “El Futuro No Es De Nadie”. El tiempo dará o quitará razones convirtiendo o no en hits de la escena indie  alguna de las canciones de “La Ciudad Subterránea”.



Arranca el disco con sonido de videojuego y un “Simulacro De Emergencia” con mucho empaque, que funciona como contundente gancho inicial. A medio camino entre la ternura y el tópico, “Verte Amanecer” es una bonita canción de amor de las que parecen cursis en función del estado de ánimo de quién la escucha. Pero, en cualquier caso, el disco va fabricando a medida que avanza una coherencia –algunos dirán monotonía– y un discurso electropop edulcorado –esta vez sin concesiones en ambas– que sólo puede despertar odios o admiraciones. Con un imaginario de “pastillas rosas”, amaneceres de resaca con desamor, luces de neón multicolor y en general ese aroma a desfase existencial que se huele cualquier domingo a las ocho de la mañana al salir de un garito subterráneo del Gótico de Barcelona, Dorian consiguen erigirse en un buen reflejo de inconfundibles aspectos de la personalidad o la pose de la actual juventud indie de este país.



“La Ciudad Subterránea” roza su punto de apogeo con “La Mañana Herida”, principal candidata a convertirse en himno pese a algún tramo de la canción en que la letra flojea de forma evidente. Sin embargo, es en “Veleros”, sangrante y más madura y con la voz de Marc brillando a la luz de los teclados, donde la lágrima del oyente predispuesto al regocijo quedará más cerca de caer.  Pero, si lo hace, no brotará el llanto en ningún tema con tanta determinación como en muchas de las canciones de su anterior “El Futuro No Es De Nadie”, tal vez precisamente porque el nuevo es un disco mucho más seguro de sí mismo. Dorian, en cualquier caso, son lo que son, no engañan a nadie y tienen cada vez más claro su camino y su mensaje.
Germán Aranda.

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